¡No se podía hacer!

En una ocasión, dos amigos fueron a dar un paseo por un río congelado al norte de los Estados Unidos, cuando de repente, el hielo cedió y uno de ellos cayó al agua helada. La corriente lo atrapó y lo fue arrastrando por adentro del hielo hasta que lo depositó en un remanso interno del río.

El otro amigo, al ver a su compañero atrapado en el hielo, entró en desesperación, ya que sabía que no podía respirar, agarró una piedra, rompió el hielo y sacó a su amigo; después pidió ayuda y llegaron los bomberos, quienes les brindaron auxilio y los llevaron al hospital.

Dos de los bomberos regresaron al lugar para hacer su informe. En el lugar, vieron el grosor del hielo donde habían sucedido las cosas y se dieron cuenta que el espesor del hielo era de casi veinte centímetros y buscaron instintivamente el objeto con que se hubiera ayudado la persona para romper el hielo. Sólo encontraron una pequeña piedra no más grande que su puño.

El bombero le comentó a su compañero:

- ¡Es imposible que alguien haya podido romper un hielo tan grueso con esta piedra tan pequeña!

Al verificar todo el lugar, el otro bombero le respondió:

- Quizás tengas razón, pero sí lo hizo, fue porque no tenía a nadie a su lado que le dijera que eso... ¡no se podía hacer!

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